Lo que más distingue al Ibiza CUPRA de los coches de sus características es que tiene un motor de buen rendimiento y un cambio automático que funciona muy bien, para todo tipo de uso (especialmente para una conducción a ritmo elevado por carreteras de montaña, dada la rapidez de su funcionamiento).
El cambio automático no hace que sea un coche costoso; actualmente no hay ningún otro a la venta en España de entre 3,7 y 4,2 m de longitud que tenga más de 160 CV y cueste menos.

El Ibiza CUPRA es un deportivo por la dureza de su suspensión, por las sensaciones que transmite a su conductor o por la rapidez con la que puede reaccionar en una carretera de curvas, aunque no considero que en este aspecto sobresalga respecto a sus rivales (más impresiones de conducción).
Las plazas delanteras del Ibiza CUPRA son muy buenas. Los asientos sujetan bien lateralmente y a la vez permiten cierta libertad de movimientos. El mayor inconveniente —especialmente para el conductor— es que la parte superior del salpicadero está fabricada de un plástico que produce reflejos cuando los rayos solares inciden sobre él con un determinado ángulo.
Al igual que en las versiones FR, el Ibiza CUPRA desde septiembre puede tener un paquete denominado «Bocanegra» que modifica el aspecto exterior e interior del vehículo. Este paquete de opciones cuesta 860 € y está limitado a 1.000 unidades al año durante cuatro años.
Entre otros elementos de equipamiento, el Ibiza CUPRA tiene de serie control de estabilidad, cuatro airbags (frontales y laterales para las plazas delanteras), asistente de arranque en cuesta («Hill Hold Control»), control de la presión de los neumáticos y alumbrado lateral (función que hacen los faros antiniebla). Los pedales tienen un recubrimiento de aluminio. También puede tener un sistema acústico de ayuda al aparcamiento y techo solar panorámico.
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